Nota: Esta nota apareció inicialmente como "Profesiones y dignidades". El nuevo titulo es más correcto".
“La dignidad no consiste en nuestros honores sino en el reconocimiento de merecer lo que tenemos”.
Aristóteles
La dignidad profesional
En un mundo de cambios acelerados, las normas promovidas culturalmente que nos permitían tomar decisiones han dejado de ser claras, y lo que antes era válido ha dejado de serlo. Ante esta panorámica de crisis de valores, el hombre actual se ve obligado a replantear su vida, pensamiento, ideología y ética. Si dentro de los propósitos de la enseñanza universitaria no se promueve que el estudiante universitario reflexione sobre los fundamentos éticos del ejercicio profesional mediante el análisis de la actividad moral del hombre tanto en su aspecto individual como social enfrentaremos a un profesional –o no profesional- que tratará de pasar por encima de la moral ya que su ética no tendrá la solidez que debe amparar su dignidad. Tendrá honores que no podrá ni reconocer ni mucho menos merecer.
Recuerdo que uno de mis más queridos profesores en la Universidad expresaba que para enseñarle a alguien todo lo que debe saber para ejercer la profesión de arquitecto se necesitaban unos dos años, pero en la oficina. Es decir, que el oficio se aprende en dos años, pero en el taller del maestro. Sin embargo, y por lo contrario, la universidad trasciende el panorama del oficio y le proporciona al estudiante además del saber necesario para el ejercicio profesional otro tipo de saberes, otro tipo de responsabilidades, otro tipo de actitudes, adicionales a la idoneidad del oficio. La Universidad se sustenta en principios sólidos de moralidad como fundamento de un ejercicio personal ajustado a la ética.
En ese sentido, el ejercicio profesional en Colombia se rige por normas de acuerdo a la profesión y al tipo de estudios para acceder al titulo. Los estudios para acceder al titulo de arquitecto, ingeniero, economista, administrador, etc.; –y adquirir la matricula o tarjeta profesional que permite el ejercicio de la profesión en el país- duran cinco años.
Con los estudios de postgrado, los profesionales sobre la base del trabajo investigativo, profundizan en áreas de conocimiento especificas tales como planeamiento urbano, gestión de proyectos, urbanismo, gestión y ordenamiento territorial, gerencia de obras y proyectos, etc. Los estudios de postgrado preparan al profesional para el desempeño en niveles más altos. Los postgrados tienen varios niveles pero nos interesan solo los conducentes a títulos: Especializaciones, Maestrías y Doctorados. Los estudios de especialización en cualquiera de las ramas de actuación profesional –planeamiento urbano, gestión de proyectos, urbanismo, gestión y ordenamiento territorial, gerencia de obras y proyectos, etc.- duran un año. Las especializaciones bien programadas tienen duración de un año con unas veinte horas contacto semanal más unas cuatro veces el tiempo de contacto para el estudio independiente, que es en lo que se basan los estudios universitarios, sobre todo los de postgrado. La especialización es un primer peldaño en la formación de investigadores. Los estudios de maestría –magíster o maestro- duran unos dos años, con unas exigencias académicas más fuertes en cuanto al trabajo investigativo que las especializaciones. Es un segundo peldaño en la formación de un investigador. Los estudios de doctorado –Ph.D.- duran mínimo unos cuatro años, con unas exigencias académicas mucho más fuertes. Los doctorados forman investigadores del más alto nivel. No existen programas unificados ya que las normas sobre la autonomía universitaria le otorgan a las instituciones la posibilidad de la autorregulación pero bajo la vigilancia y control de las autoridades educativas.
Ostentar un titulo profesional y poder ejercer la profesión es una dignidad –un honor- y se debe merecer tal honor, pero sobre todo se debe ser capaz de reconocer –internamente- ese merecimiento. Es una convicción moral –ética- el ostentar la dignidad solo si se la merece. El acceder a dignidades aun con el convencimiento personal de no poder reconocer internamente el merecimiento se puede volver un común en la vida de la ciudad.
Recuerdo una anécdota de mis tiempos universitarios:
Uno de mis profesores –Arquitecto- comentaba, en una clase, que en Barranquilla se había construido un edificio de cierta importancia y que en una reunión con unos amigos, en la cual todos los demás eran de distintas profesiones y oficios diferentes a la arquitectura, se expresaron todo tipo de comentarios y opiniones sobre la obra. Cuando todos hablaron, se voltearon hacia él y con el énfasis expresivo del costeño le exigieron que opinara, ya que el era el único arquitecto allí y no había dicho nada. Su respuesta, ajustada a su sarcástico modo de ser, fue:
¡Después de todo lo que ustedes han dicho no tengo nada que decir!
“Nadie puede ver más allá de una decisión que no entiende.”
Es un ejercicio profesional sin dignidad. Y sin conciencia. O con la conciencia oscura como los tiempos que se ciernen sobre la ciudad. Que no se les olvide que la conciencia es como un vaso, que si no esta limpio, ensucia todo lo que se vierte en el.