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Barranquilla, Atlántico, Colombia
Primero esencialmente caribe, después ambientalista, arquitecto, avaluador, urbanista. Distribuyo mi tiempo entre dos descansos: el del sopor de la tarde y el de la buena noche. Y, entre los dos, uno que otro cada vez que se puede. Lo suficientemente rápido para que mis hijos me digan ¡La tortuga veloz!

03 noviembre, 2013

El sueño del Chinito Fer

El primer sábado de noviembre de 2013 por la tarde estuvo cargado de bruma y se puso pesado el ambiente de la noche. El estridente sonido del pick-up nuevo de la vecina de enfrente no ha dejado hacer la buena siesta a más de uno. Es previsible que tampoco los deje dormir por la noche. La visita del fin de semana del chino Cristian obliga a dormir un poco más tarde porque hay mucho por delante. Mucho de qué hablar.
El Chinito Fer tenía varios fines de semana sin visitarnos. Sus múltiples ocupaciones, de trabajo, chicas y espíritus, claro está, no se lo habían permitido. El sábado por la noche se ha presentado por el apartamento de los Molano en Villa Terpel, como dice la Tía Eucaris. No alcanzó la media noche para ponernos al día porque además de lo político, los servicios públicos, sus romances, etc., hay temas obligados como sus sobrinos-hijos pero más que todo su hermanito menor Johann Mass. Entre nosotros es tema obligado y prioritario de conversación. Es el tema número uno. El One. El Wan, en el argot del bordillo de la esquina barranquillera. En este fin de semana también se ha cumplido el protocolo y el “borgordito” ha sido tema prioritario de conversación y preocupación. Le comente:
- Chino, en las últimas semanas he estado pensando y soñando con Johann.
- Y esa vaina? Me contestó, abriendo los brazos como quien busca pelea. Le digo:
- Es que con eso de su crecimiento personal y espiritual he estado recordando los diferentes periodos de su vida.
El Chino, abriendo los brazos a su estilo contestatario, me dice:
- ¿Cómo así? Y continua: - Si el solo ha tenido un periodo en su vida, y tú sabes cuál es. No podíamos sino reír a carcajadas y es lo que hacemos. Reflexiona un poco, se toma la barbilla, ladea la cabeza hacia la derecha y me dice:
- Hey Tigre, yo también he estado pensando y soñando con el gordito. Y mira hacia el cielo como buscando aprobación de los espíritus. Entonces le dije:
- Chino, en uno de los sueños vi al Johann en un parque extraordinariamente hermoso, con empradizados totalmente verdes, arboledas grandes, caminos empedrados rodeados de jardines bien cuidados llenos de flores de todas las clases, con el brillo del sol a través de las hojas de los arboles con pequeños arcoíris de las gotas del rocío en las hojas. Un paisaje celestial. Lo vi de espaldas con una mujer.  Me recuerda con mucha suavidad, y como si no quisiera, que igual que mi papá tengo sueños proféticos. Me recuerda que mi papá soñaba con la lotería, con la bolita, con las vainas buenas y malas que le iban a pasar a uno. Y, salían. Se estira en el sofá y respirando profundo comenta que él también ha soñado con el hermanito. Pero sobre todo pensado.
- Cuando reviso la vida de Johann recuerdo, me dice, que los siete años que estuvo de amores con Maryuri fueron los más felices de su vida. Sin dinero, sin buenos empleos, pero tenía una vida sana y equilibrada. Tomaba trago pero no era promiscuo. Era fiel y dedicado. Estaba equilibrado y pendiente de su novia. Siempre se le veía alegre a menos que no tuviera billete pero se lo rebuscaba o se los rebuscaban entre los dos. Nunca lo vi triste ni golpeado. Añoro esa etapa de la vida de mi hermanito preferido. El aura se le veía limpia, brillante. En plenitud total. Felicidad total.
Pensativo, reflexiona, parece no querer contar lo que piensa pero supera sus reticencias y finalmente dice:

- Tigre, soñé que Johann vivía con Maryuri en Bogotá.