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Barranquilla, Atlántico, Colombia
Primero esencialmente caribe, después ambientalista, arquitecto, avaluador, urbanista. Distribuyo mi tiempo entre dos descansos: el del sopor de la tarde y el de la buena noche. Y, entre los dos, uno que otro cada vez que se puede. Lo suficientemente rápido para que mis hijos me digan ¡La tortuga veloz!

05 febrero, 2008

LA “NO CULTURA” DE LA CULTURA UNIVERSITARIA. Una visión de la práctica docente en las Facultades de Arquitectura

Septiembre, 1996[1]
Este trabajo es una reflexión o una aproximación crítica a la cultura del aula. Este documento, que de pronto o de lo más seguro, sea la primera y única aproximación a lo que podría ser un informe de investigación, recoge una parte de las reflexiones acerca de lo que he venido trabajando en los últimos años, en el seno de los cursos que he impartido en la Universidad. He encontrado la satisfacción, tardía por cierto, de que no estaba mal encaminado.[2] He comenzado a trabajar, o más bien he trabajado un nuevo modelo tratando de rescatar la confianza, la comprensión, la autodisciplina, el estudio independiente, entre otros valores del y para la formación del ser humano caribe. He encontrado que en la universidad impera una cultura contraria a los valores que se supone debería tratar de formar o inculcar o de desarrollar en los estudiantes, sus futuros profesionales egresados, gestores del futuro de la vida civil del país. Es una cultura de la desconfianza, desconfianza acerca de los valores y las actitudes. Es una cultura de la agresión, de la violencia. Es una cultura de la esclavitud. Una cultura que no permite el desarrollo de la inteligencia, una cultura que no enseña a pensar. Enfrentada a la cultura que se supone se debe desarrollar: La libertad, la democracia, la confianza, la autoestima, la paz. Pienso que el futuro del país, de la región, de la vida civil del país es -y está en- una búsqueda de una cultura que comience a desarrollar, a inculcar, a promover valores más humanos. Es la búsqueda de una cultura basada en la confianza, confianza en la capacidad del ser humano, en sus valores y sus actitudes. De una cultura de la bondad, de la comprensión, de la paz. De una cultura de la libertad. De una cultura que permita el libre desarrollo de la inteligencia, una cultura que enseñe a pensar, a aprender, a usar la inteligencia. Una cultura para el ser humano. Hace algún tiempo, comencé algunos cambios en la metodología buscando que los estudiantes se encarretaran con el cuento que yo manejaba[3]. Eso quiere decir, que sin importarme nada de lo que pensaran quería que metieran en lo de la ciudad, del diseño de la ciudad, de solucionar los problemas de la ciudad, es decir del urbanismo: Dicho de otro modo: El programa antes que nada. La búsqueda permanente de diferentes modelos o maneras de acercase al aprendizaje de los contenidos, era la razón[4]. Tuve buenos resultados, y claro, eso me proporcionaba satisfacción. Pero, presentía o más bien sentía que algo andaba mal, pero no sabia qué, o quién. Es un poco menos, o un poco más, el inicio de mi preocupación por la esencia de la docencia. Experimenté con varios modelos, los cuales fui abandonando total o parcialmente, por varias razones. Por esa época, entre otros, desarrollé unos crucigramas como instrumentos de aprendizaje y evaluación, y tuve una experiencia con algunos compañeros de trabajo[5]. Pienso, ahora en el tiempo y la distancia, que fue uno de los muchos casos en que la falta de “algo” -humano-, me enfrentaba de manera diferente con el hecho del aprendizaje, con la producción intelectual, con el reconocimiento personal, con la baja de la autoestima, con lo que ahora identifico y llamo “La no cultura de la cultura”, es decir la cultura de la Universidad. No les reprocho a mis compañeros, no...! Es que no fueron ellos, fue la cultura que profesamos. Cultura que practicamos a niveles de inconciencia, es decir, no nos damos cuenta de ello porque estamos sumergidos en ella. Y, no hablo solo de la Universidad del Atlántico, sino de todas las universidades. Es una constante. Dentro del cúmulo de situaciones o eventos que me encaminaban mucho más en la búsqueda que había iniciado, se encuentra uno de ocurrencia continua -permanente- aún todavía. En los colectivos de profesores, claustros docentes, en la sala de profesores, en la cafetería, en la mesa de la esquina, del club, del bar, el lugar común era, y es, y lo que es peor, continuará siéndolo sino cambiamos de cultura, que los estudiantes: Están mal preparados, no saben leer, no saben analizar, no saben dibujar, no estudian, no saben diseñar, no saben ventilación, no saben “etc.”..., no son…, no…, no, no, no, … “etc.”..., etc... Me parece de lo más patético. Si supieran todo eso no tendrían que venir a la Universidad. Para esa época, ya no era profesor de diseño; había sido relegado al “ghetto[6] del urbanismo”; pero, de todas maneras me atrevía, además de expresar mis opiniones, a formular preguntas inquietantes[7], las cuales me causaron más de un problema. En una conversación típica con alguno de los colegas se expresa: ÿ Mis alumnos están mal preparados, no saben leer, no saben analizar, no saben dibujar, no estudian, no saben diseñar, pero sobre todo no saben ventilación para usarla en el proyecto que diseñamos... Me atrevo, entonces, con el temor a ofender, a preguntarle al compañero profesor: - Y Ud. ¿Qué hizo? ¿Les enseño la ventilación? ¿Les indicó en donde estudiarla? - ¿Que voy a hacer? ¡Si hay que terminar el programa, tengo que terminar el proyecto y el tiempo no alcanza! Primero el proyecto. Mi deducción es que al colega profesor lo que le interesa es que sus estudiantes terminen el proyecto. No le interesa que aprendan lo que deben aprender con el proyecto. La práctica del proyecto enseña. ¡Claro! Eso no esta mal. Lo que está mal no es hacer el proyecto sino que sea un fin en si mismo y no el instrumento para que el estudiante aprenda y que el profesor verifique que aprende. - ¡Aja...! Y, ¿ganaron el curso aún no sabiendo diseñar? Porque no saber ventilaciones es como no saber diseñar. - Es que habían realizado una buena investigación.[8] - ¡Ah...! Entonces, ¿el curso no era de diseño sino de investigación? En este punto la conversación se acaba, se trunca, se rompe; porque el profesor se sintió agredido o se dio cuenta que hay algo de error, en la situación en tramite. Y, eso no puede suceder ¿El profesor, el poseedor de la verdad, aceptar que se ha equivocado? Nunca escuche una reflexión acerca de los errores que podíamos cometer nosotros, los arquitectos profesores, siendo antes que pedagogos, antes que docentes, arquitectos mal enseñados a realizar lo de la arquitectura nunca lo de la humanidad. En este punto sabía que algo andaba mal, muy mal, pero no sabia como abordarlo ni con que armas atacarlo. Probé varios modelos, varias estrategias. Comencé, mucho después, a trabajar sobre el autoaprendizaje. Encontré, que además de aprender a aprender se desarrollan aspectos muy fuertes, muy definidos de la personalidad; valores, actitudes; y comencé a trabajar otros aspectos del ser humano: La motivación, la tranquilidad, el análisis de situaciones, etc. Desarrollé cada vez menos el famoso programa -por lo que antes peleaba-; y, los estudiantes ahora si, a meterse más en el cuento de la ciudad y la arquitectura. Y, además, más que todo, a ser más personas, más auténticos, más ellos mismos, más ciudadanos. A estas alturas ya sabía que era lo que quería, o que era lo que se debía hacer: Que aprendieran a pensar, a utilizar la herramienta más poderosa del universo: La mente humana. De esa manera, se pueden aprender todos los contenidos que se quieran, o casi todos, y de hecho es una de las maneras más efectivas y motivantes para aprender. Así, me inventé proyectos y la libre escogencia de los temas dentro de un cierto paquete de ellos que entregaba, antes de que apareciera alguno y me propusiera uno diferente y se le aceptara. El resultado: Ensayos de diferentes temas y tipos. Construcción, reconstrucción de conceptos. Reflexión acerca de ellos y de su utilidad, su aplicación en el proyecto de vida. Comenzaron a aparecer mejores resultados. Antes, se produjo en mí un cambio de actitud frente a los programas y contenidos; he dejado de pensar que el contenido de mi clase -el programa[9]- sea lo más importante. Ahora creo, que mucho más importante -para la Universidad, para el país, para el futuro- es su formación, dentro de la profesionalización, como personas, como seres humanos, como estudiosos[10], con todas sus virtudes y todos sus defectos, sus aciertos y sus errores. Pensé, y lo sigo pensando, que si ellos aprenden a pensar[11], a usar la herramienta más poderosa del universo –el cerebro humano-, a estudiar, a armar “cosas” ellos solos -algunos profesores de otras facultades los llaman proyectos-, llámense ensayos, trabajos o como sea; a equivocarse y a rectificar, a avanzar en la búsqueda de la excelencia, era mejor que dictar clase, poner exámenes y calificarlos para que se rajaran y después hablar de que no estudian. El experimento es bastante trabajado, es demasiado trabajado, el trabajo es denso porque hay que leerse unos veinte ensayos semanales; ya que la bondad radica que cada trabajo puede, y debe, ser realizado tantas veces como su autor quiera hasta lograr la meta que el mismo se haya fijado. Me faltaba algo, pero no sabía que era. De las charlas con ellos, del intercambio de ideas, de opiniones, de juegos[12], de vivencias las cuales no podía grabar y menos tomar como punto de referencia para un trabajo pensé: Si les pido un escrito abierto sobre lo que ellos quieran decir, lo que sea, ¿Qué pasará? El resultado fue la expresión más libre, más libertaria acerca de lo ellos piensan de la Universidad., de las relaciones con los compañeros, con los profesores, de los cursos, etc. Al respecto existen anécdotas interesantes: Una profesora me dijo: ....Ya tu no eres el mismo! Antes, eras una yarda. Ahora eres una madre, algunos dicen que eres una abuelita. Esa vaina es ya estás viejo...! Pero por otro lado, fue fantástico encontrar el grado de profundidad con que los estudiantes encararon algunas de las reflexiones que consignaron en los ensayos, al encontrar un espacio que habitualmente la universidad siempre les ha negado, por la cultura del currículo, la cultura del programa, la cultura de la represión, la cultura de la violencia, la cultura de la irreflexión. Un estudiante me escribió: Al principio, no me gustaba su clase. Creía que era como todos los demás: Incitando a la competencia. Cuando Ud. puso un trabajo y vi, que los compañeros traían esos trabajos todos pompis, hechos a díngrafo, s lo que importa, porque con el trabajo no se está demostrando nada. Lo que importa es otra cosa. Ahora, me doy cuenta, que es diferente. Se preocupa por uno como persona, le brinda un espacio para conversar y para expresar lo que uno piensa, aunque uno esté equivocado, y después se lo hace saber, de una manera, que lo pone a uno a pensar. Y eso, si es bueno, es bacano. Es que a la larga, aunque lo pone a camellar, ud. es chévere. Pero, sigo pensando que en esta universidad, todo esto es mediocre, pero..... Todas las de la ciudad. En todas. Porque tengo amigos en todas y hablo con ellos. Es una muestra impresionante de madurez, de capacidad de reflexión, de una posición bastante clara acerca de lo que piensa deber ser el ejercicio académico en la facultad. Otro escribió: A mi me gustó cuando nos hizo lo de los vasos, y la arena, y el agua...! Fue una clase diferente...! Nos puso a pensar...! Al principio no lo entendía, no asistía, o llegaba muy tarde, casi al final, y no me gustaba. Pensaba que iba perder la materia. Ahora siento que he aprendido la materia, pero sobre todo tengo una manera diferente de ver la ciudad. No se si vaya a ganar la materia, porque ud. pone la nota y no lo conozco. Yo creo que debo aprobar. Todavía piensa que puede perder la materia porque el profesor coloca la nota. Todavía no ha avanzado en el proceso de que eso no es lo más valioso, que lo importante es el proceso de aprender. Pero, ha avanzado en la clave del saber: Pensar...! Usar la inteligencia: La herramienta más poderosa del universo....! Es más, se atrevió a opinar. En algún aparte de su texto hace relación a que no opinan porque no se les tiene en cuenta. Es algo para pensar por parte de los administradores de la docencia. Un estudiante me dijo, de lo más tranquilo: Que a él no le gustaba, ni el urbanismo, ni el profesor, aunque reconocía que en el fondo, el profesor era bacano. Que era tan bacano que los manes se lo perrateaban. Pero que eso a él no le importaba, porque a el lo único que le importaba era la construcción. De lo demás, aprobar y nada más. Que de aprender, pues eso era otro cuento pero que nada, que a él nada. Los muchachos escribieron profundas reflexiones -algunos, otros no- sobre la problemática universitaria, pero no es el tema que nos ocupa[13] el cual da para muchos otros ensayos o informes. Reflexiono acerca de si nos hace falta más trabajo sobre lo humano y otros temas que afectan la vida universitaria. ¿Cuál es la filosofía, explicita o implicita, que sustenta la docencia en la Facultad? ¿Qué tipo de cultura se imparte, se genera, se promueve, se cultiva? La cultura del curriculum, la cultura del programa, la cultura de la represión, la cultura de la violencia, la cultura de la irreflexión, .... ¿Cuáles son los frutos que se esperan? ¿Qué se espera cosechar? ¿Qué se puede hacer?
NOTAS: [1] . Este es el primer borrador del informe, como tal es un work papers Subjetc changes como llaman en otros lares. Papel de Trabajo (Sujeto a cambios) por acá. [2]. De pronto los que administran la investigación dirán que esto no lo es pero pienso que es más que eso. Este es un trabajo que de pronto no se ha desarrollado como dicen los expertos en investigación. Se arrancó sin protocolo ni nada por el estilo, simplemente se hizo. Además, habitualmente vengo haciendo las cosas así: Simplemente las hago. Estas cuartillas; creo que son, pensando un poco negativamente lo cual no debe ser, un poco menos que un papel de trabajo. De pronto no tienen la forma más adecuada ya que las he escrito, “de una”, tal como se me han venido a la cabeza. Las tareas que las han generado las he desarrollado de a poquito; un poco aquí, otro poco acullá, de poco a poco. Ni siquiera he podido hacer las notas y acomodarlas en el fólder del proyecto. Ahora es que caigo en la cuenta que a este proyecto no le he abierto fólder sino hasta ahora. La razón: Tendría que haber salido corriendo de cada charla tenida con mis estudiantes, pero de todas formas, son las vivencias encontradas. [3]. Esto en el lenguaje coloquial. En términos de la “intelectualidad” se trata de imponer el discurso que cada quien maneja, domina, subdomina, cree que domina; o está de acuerdo y comparte, hasta el extremo de violentar la libertad de sus alumnos; a los cuales trata de alienar -a veces lo logra-; y de alinear, para que compartan su discurso, entren a formar parte de su “ghetto” y de esa manera tratar de hacerlo hegemónico. [4]. Mucho después supe que esas búsquedas eran sobre estrategias de aprendizaje; trabajaba en lo que trabajan los docentes, “los maestros”, es decir que no estaba mal encaminado. [5]. Cuando me vieron los crucigramas me “mamaron gallo”, se rieron, no se si de mí o de los crucigramas; y, los dejé, sin evaluar por mi cuenta y riesgo las bondades y faltas de lo que hacia. Un año y medio después, en una revista de arquitectura de una universidad del interior, aparecieron unos crucigramas como los que yo había comenzado a desarrollar; y de lo más raro, los mismos que antes se rieron, “mamaron gallo”, con aquella idea, ahora les parecían una berraquera. [6]. Es sabido, que en las facultades de arquitectura lo esencial es el diseño. A pesar de que parte de la quintaesencia de ella es su alto nivel de culturización, para sintetizar al mismo tiempo que se generaliza, las demás materias -a excepción de la construcción en algunas- son relegadas a un segundo, tercer, cuarto y quinto plano; muy a pesar de que de labios para afuera se señala que todos esos aspectos son muy importantes, y que el estudiante-arquitecto debe saber, o aprender, o dominar, o etc. Existen casos extremos, en los cuales el profesor convierte su materia no en la “estrella”, que fue, es, y seguirá siéndolo el diseño, sino en el dolor de cabeza de los estudiantes: Pasarla es una proeza. “La estrella es el profe, por lo (....)” [7]. Es interesante, a la vez que muy importante, aclarar que el seno de la “no cultura” aquel que hace preguntas inquietantes, preguntas que obligan a pensar en la posición, preguntas que obligan a reflexionar, preguntas que cuestionan la práctica, reciben el nombre de “conflictivos”. [8]. Esto me llevó a realizar un estudio sobre las notas de las diferentes materias, niveles y profesores de la Facultad de Arquitectura. Las estadísticas resultantes fueron interesantes, pero más que eso muy dicientes: Son el reflejo de la cultura del aula imperante. [9] . Para evitar equívocos debo aclarar que considero que, si bien los contenidos, “la información”, es muy importante, en el caso del aprendizaje es únicamente el medio, el instrumento, que permite apropiarse de las maneras de hacer lo que se tiene que hacer. Es solo parte de lo que permite verificar una parte de lo que se puede verificar. En caso contrario, el profesor tendría que dominar todos los saberes, todos los procesos, todos los contenidos, toda la información sobre el curso que imparte; y sabemos, que con la cantidad inconmensurable de información que se produce cada día sobre un determinado tema, eso es más que imposible para un ser humano normal. Y menos, mucho menos, para los que no tienen tiempo para leer. [10]. No se debe confundir con estudiante. En alguna parte leía que estudiante es aquel que asiste a un curso regular y cumple con lo reglado para aprobarlo; y que, estudioso es quien lo hace por su propio gusto, porque sabe pensar y sabe que no sabe, porque quiere utilizar la inteligencia, porque siente la necesidad de aprender, porque está motivado. [11] . Esta es la esencia del proyecto. Realmente pienso, y estoy convencido, que es la esencia de la educación y es lo que debería hacerse en la escuela, sea cual fuere el nivel: Parvulario, básica, secundaria, técnica, universitaria, etc. [12]- Trato de inculcar la preservación de lo lúdico como una dimensión humana que nunca debe perderse. [13] . Vengo haciendo hincapié en el desarrollo de lo humano antes que en los conflictos de la universidad, aunque no los eludo, sino que simplemente creo inquietudes acerca de ello. De ese modo, la profundidad del tema depende del interés de cada quien.

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