Arquitectura Urbana Gerencia de Proyectos - Asesorías - Avalúos El estado del alma del blog sigue siendo la cotidianidad del caribe, la cual es tan imaginaria como real y hace que la vida se viva como se debe vivir: ¡Lentamente! ¡Ahorita! ¡Más luego! Se incorporan temas de avalúos, gerencia de proyectos, asesorías en medio ambiente, urbanismo y ordenación territorial, gestión de suelo, planes en general.
- Leon Segundo Fernandez Rivera
- Barranquilla, Atlántico, Colombia
- Primero esencialmente caribe, después ambientalista, arquitecto, avaluador, urbanista. Distribuyo mi tiempo entre dos descansos: el del sopor de la tarde y el de la buena noche. Y, entre los dos, uno que otro cada vez que se puede. Lo suficientemente rápido para que mis hijos me digan ¡La tortuga veloz!
05 febrero, 2008
LA CIUDAD Y LOS MEGAPROYECTOS
El impase del edificio de la caja agraria en el marco del proyecto de recuperación del Paseo de Bolívar. El edificio de la antigua Caja Agraria se ha convertido en un impase de esos que el barranquillero del común llama un “incordio” para uno de los mega proyectos bandera de la actual administración. Para el caso se han pronunciado desde el vendedor de tintos hasta el Vicepresidente de la Republica, pasando por catedráticos, directores de agremiaciones, escritores, intelectuales y eruditos de la arquitectura. Solo falta el pronunciamiento institucional de las Facultades de Arquitectura de la Ciudad y de las agremiaciones correspondientes. Ya una de ellas se pronunció al respecto y al poco tiempo cambio su concepto en un viraje de 180 grados, lo cual no es extraño. Me parece que es una situación de esas en las cuales todo el mundo tiene la razón. Y como todos tienen la razón entonces la razón no es de nadie. Es posible –más bien lo más seguro- que sea una situación igual a la de la culpa. Cuando la culpa es de todos no es de nadie. Si se mira desde el punto de vista de lo urbano –de los urbanistas- y se aprecia el paisaje urbano existente en la actualidad desde cualquiera de los accesos al sector la razón la tienen aquellos que defienden la “demolición” del edificio. No hay duda alguna de que es un “incordio”[1], un obstáculo a la fluidez del espacio, y estaría en contra de la concepción urbanística si uno de los conceptos utilizados para el proyecto fue el de “continuidad”. Aquí hay una razón válida. Si por el contrario para la concepción urbanística del proyecto se han utilizado conceptos de paisaje urbano que involucren los blocaos, cierres y aperturas tal como lo propone el urbanista ingles Gordon Cullen, entonces el edificio se podría dejar pero con ajustes en las edificaciones que conforman las estructuras paisajísticas de los paramentos laterales del espacio proyectual. Aquí hay otra razón válida y van dos. Los argumentos del Arquitecto Giancarlo Macchi B., que conducen a la liberación del espacio proyectual para el desarrollo del proyecto de ampliación del Paseo de Bolívar son de hecho válidos. He allí otra razón válida y van tres. Existe con todo el peso legal del caso la declaratoria de monumento nacional arquitectónico. En tal razón el edificio no se puede demoler hasta tanto no se derogue la declaratoria. Esa es otra razón válida. Van cuatro. Ahora, con respecto a lo anterior se puede argumentar que las condiciones bajo las cuales de declaro el edificio como monumento no son validas en la actualidad y por lo tanto no existe la obligatoriedad de su conservación. La entidad de la cual el edificio toma su nombre ya no existe. El edificio en si mismo no es en ese sentido representativo de nada. Es otra razón válida. Van cinco. En su momento el proyecto fue concebido dentro de una estructura de conformación de la manzana de predio a predio. Funcionalmente el edificio es de los que se podría llamar “sociopetos” en la terminología del Susanne Keller o “introvertidos”. Es un edificio con régimen de propiedad horizontal, de carácter particular. La norma edificatoria –norma de aprovechamiento- vigente en su momento determinó la volumetría adoptada y la concepción del proyecto. El edificio se concibió cerrado hacia el norte –cerrado hacia las brisas dominantes- y al oeste. Se proyectó “abierto” hacia el sur y hacia el este con tratamientos de fachada para el control solar con un excelente manejo y resultado volumétrico. Es un edificio con un excelente tratamiento frontal pero sin tratamiento posterior. En este momento esas condiciones no existen y la concepción volumétrica no se ajusta a las condiciones del entorno. Es otra razón válida. Van seis. El edificio es el producto de un concurso de diseño arquitectónico promovido en su momento por la Caja Agraria para la construcción de su sede principal en la ciudad de Barranquilla. El proyecto desarrollado por el arquitecto Martinez se hizo merecedor al primer premio, y además fue declarado premio nacional de arquitectura. Son razones válidas. Van siete. Se podrían seguir esgrimiendo argumentos de diferente orden, valor, prioridad, etc. En situaciones en las cuales todo el mundo tiene la razón es posible que todos también tengan la culpa. Por acción o por omisión. Pero los errores cometidos son culpa de todos. No. Es de unos pocos. Una serie de preguntas que caben en este momento podrían ser: ¿Los errores que se han cometido y que se seguirán cometiendo en los grandes proyectos que se han emprendido en la ciudad se habrían podido prever? ¿Se habrían podido evitar? ¿Se habrían podido corregir? ¿Se podrán corregir? No tenemos a la mano las respuestas pero otros si tienen a la mano las soluciones. Los políticos y los inversores. Esperemos que puedan responder o que se dignen responder. ¿Será que la administración publica se pueden delegar los errores?. Por eso, la ciudad no debe permitir que proyectos de esta envergadura -por su gran impacto en la ciudad- no sean objeto de concursos públicos de meritos tal como se ha hecho para proyectos similares en otras ciudades del país y del mundo. Ya se han probado las bondades de los concursos de frente a este tipo de proyectos. Por eso, la ciudad no debe permitir que para proyectos de esta naturaleza no se determinen todos los aspectos legales y normativos necesarios para el desarrollo del proyecto. ¿Es posible que en ninguna de las dependencias en las cuales se gestó el proyecto de ampliación y remodelación del Paseo de Bolívar se supiera que el edificio de la Caja Agraria contaba con una Resolución del Ministerio de Cultura por medio de la cual se le declaraba monumento arquitectónico nacional?. No lo creo, ya que el cuerpo de arquitectos de la empresa a cargo de alguna manera tiene o ha tenido acceso a este tipo de información. Si bien es cierto que en otras regiones del país se nos tilda de incultos, no creo que lo seamos tanto hasta el punto de no saber ese “detalle”. Y, si se sabía, un procedimiento correcto habría hecho más fácil el transito a las soluciones del proyecto. ¿Cuánto nos va a costar a los barranquilleros los errores cometidos en la concepción del proyecto? Como decía mi abuela, cuando algo está mal no importa de quién es la culpa, lo importante es arreglarlo. La empresa a cargo tiene la palabra. [1] © El Pequeño Larousse Multimedia, 2005 define el Incordio como Fastidio, molestia, impertinencia. En el argot barranquillero es mucho más que eso.
Esta nota es una relexion sobre el articulo "La Educación como Antidoto" de Arturo Sarabia B. La educación como antídoto es una excelente nota. Lo felicito. Es aleccionadora y concluyente. Es una muy buena tesis y esgrimible. Hace eco. Hace audiencia y genera impacto, para la posición intermedia entre el ciudadano preocupado por la ciudad y el político en campaña. Es un punto más a favor de su campaña desde la oposición reflexiva la cual va por un muy buen camino. Sin embargo, me parece que ha podido ser más aleccionadora si de frente al tema de la educación se aportan datos sobre la inversión, comparada entre periodos, y sobre los indicadores de la misma en la ciudad. En la Cámara existen datos, aunque incompletos y en muchos casos errados, sobre la infraestructura educativa distrital. Y, aunque el párrafo sobre la concesión apunta a la corrupción, y de eso trata la nota –con lo cual estoy muy de acuerdo-, me parece que habría sido más impactante y aleccionadora si, en vez de apuntar a inversiones en salud se profundiza un poco en las inversiones distritales en educación y sus impactos en los distintos indicadores educativos. La concesión –inversiones en la infraestructura para la salud que comprometen el futuro de la ciudad- amerita no una sino varias notas para ver si la ciudad despierta.
lfr
Viernes 5 de enero de 2007
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